Delitos en expansión y desapariciones en aumento: el nuevo mapa de riesgo en la CDMX
Entre 2021 y 2025, la Ciudad de México vive un reacomodo profundo de su dinámica delictiva: crecen la extorsión, el narcomenudeo y varios delitos patrimoniales en zonas clave como Iztapalapa y Cuauhtémoc, mientras la capital enfrenta además una aceleración inédita en desapariciones. Entre 2019 y 2025 se concentra el 81% de todas las personas no localizadas registradas en seis décadas, revelando un deterioro estructural en la seguridad de la ciudad.e la publicación.
Ana Hernández
11/29/20253 min read


La Ciudad de México atraviesa un reacomodo complejo en sus patrones delictivos. Aunque algunas conductas muestran descensos marginales, otras se disparan y se concentran en zonas específicas, revelando presiones territoriales, dinámicas económicas y transformaciones sociales que no pueden explicarse únicamente con números.
Uno de los fenómenos más visibles es la extorsión, un delito que suele reflejar control territorial, intimidación y economías paralelas. Entre 2021 y octubre de 2025 pasó de 532 a 1,400 denuncias, un incremento que sugiere una expansión significativa de este tipo de redes. Iztapalapa, por su densidad poblacional y su mezcla de comercio formal e informal, se convirtió en el epicentro: de 79 a 279 denuncias en el mismo periodo.
La falsificación de documentos, por su parte, se relaciona con actividades económicas irregulares y cadenas de corrupción. Aunque la ciudad muestra un descenso general —de 2,628 a 2,081 denuncias—, la alcaldía Cuauhtémoc presenta un repunte (570 a 619 casos), reflejo de la presión que suele ejercerse en zonas con alta actividad comercial, oficinas, turismo y movilidad laboral.
El fraude, uno de los delitos patrimoniales más comunes, apenas se redujo en términos globales, pasando de 18,938 a 18,029 denuncias. Sin embargo, el comportamiento en Cuauhtémoc vuelve a ser ilustrativo: aunque los casos bajaron, continúa concentrando la mayor cifra en la capital. La reducción —de 4,260 a 3,494 denuncias— no implica una baja sustantiva si se considera que esta alcaldía es uno de los principales corredores económicos de la ciudad.
En paralelo, el narcomenudeo mostró un crecimiento sostenido. Los casos aumentaron de 4,923 en 2021 a 5,266 en octubre de 2025, reflejando la persistencia de mercados locales de droga y la disputa por puntos de venta. Cuauhtémoc encabeza las denuncias: de 1,112 a 1,671 casos, un aumento que coincide con la presión delictiva en zonas con vida nocturna, tránsito constante y concentración de población flotante.
El delito de amenazas —vinculado tanto a violencia interpersonal como a dinámicas comunitarias— prácticamente se mantuvo estable: de 16,819 a 16,794 denuncias en toda la capital. No obstante, Iztapalapa vuelve a aparecer como punto crítico, con un ligero aumento (2,547 a 2,602 casos), lo que apunta a tensiones sociales persistentes en entornos con alta densidad habitacional.
Un panorama que se agrava con las desapariciones
A este contexto se suma un dato que redefine la dimensión de la crisis: las personas desaparecidas en la Ciudad de México.
De acuerdo con cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, hasta el 26 de noviembre de 2026 existen 7,394 personas no localizadas en la capital.
La evolución histórica es contundente.
Entre 1964 y 2010, durante 46 años, desaparecieron 702 personas.
Pero entre 2011 y 2025, en solo 14 años, se registraron 6,692 desapariciones.
El quiebre más profundo ocurre entre 2019 y 2025, periodo en el que desaparecieron 6,010 personas, es decir, 81% de todos los casos acumulados en la ciudad. La aceleración de estos registros coloca a la CDMX dentro del mapa nacional de entidades con crecimiento reciente en desapariciones, un fenómeno antes asociado mayormente a contextos de violencia extrema fuera de la capital.
Las cifras muestran un cambio estructural en la seguridad de la ciudad: delitos que avanzan, otros que no logran contenerse y una crisis de desapariciones que se ha intensificado en los últimos años. Un escenario que obliga a mirar más allá de los números para entender las dinámicas sociales y territoriales que están moldeando la vida cotidiana en la Ciudad de México.
